¡Hoy sí que sí! Llega la 3a parte de este fanfic tan necesario para todas las #Mafin. ¡Espero que lo disfrutéis mucho!
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Mañana es la presentación, y el equipo lleva ya dos horas reunido, dando los toques finales a un discurso que Marta se sabe más que de memoria.
- Vamos a rodar en el restaurante. Nada de actores o actrices; grabaremos a gente real. Los clientes podrán apuntarse a un concurso y, si ganan, serán los protagonistas de nuestro anuncio. El objetivo es mostrar escenas cotidianas: sobremesas con amigos que se alargan hasta las tantas, comidas para festejar aniversarios o nacimientos, cenas familiares de fin de semana... - esta vez Marta suena segura; está convencida de que este es el camino.
Se hace un silencio en la sala, durante el cual solo se oye un cuchicheo en la primera fila. Fina ve como el semblante de Marta se endurece.
- Petra, ¿quieres compartir con todos lo que sea que le estés comentando a Borja?
La jefa no soporta que se murmure durante las reuniones. Las aportaciones siempre son bienvenidas, pero altas y claras, dirigidas a todos los presentes.
- Bueno yo... - Petra se pone nerviosa, - es que no quería interrumpir. Le estaba diciendo a Borja que esta campaña me parece más simple que la anterior. No sé, más pobre.
Marta se sienta en el borde de la mesa. Su pantalón de traje hecho a medida se alza ligeramente y, desde el fondo de la sala, Fina atisba su tobillo. ¿Cómo una parte del cuerpo tan común puede resultarle tan sugerente? Como no deje de mirar y me concentre en las notas, voy a perder el hilo.
- En la campaña que diseñamos en un inicio había algo que no estaba bien. Todo el equipo lo veía, no me lo negaréis, pero no alcanzábamos a señalar qué era exactamente lo que nos chirriaba. No me di cuenta de ello hasta que hablé con Fina, - Marta lanza una mirada al fondo de la sala. - Ella sí que lo había visto. Nos equivocábamos al crear unas falsas expectativas para los consumidores. No queremos hacerles sentir miserables porque no pueden pagarse un viaje a Nueva York; al contrario, queremos que se sientan afortunados por estar aquí. La misión es que nuestros restaurantes sean sinónimo de celebración y felicidad cotidiana. Queremos que nuestros consumidores vinculen el restaurante con sus mejores momentos, y no con anhelos que quizás resulten imposibles. Sin Fina, esta campaña no habría dado un vuelco, y la verdad es que nunca he estado más segura de estar haciendo bien mi trabajo, que ahora mismo. Así que, equipo, podéis darle las gracias por ello.
Todos los rostros se giran a la vez hacia la asistente, que está tomando notas en un rincón del fondo de la sala. Claudia se lanza con un aplauso que empieza tímido, pero al que poco a poco se suman los demás integrantes del equipo. Marta, de pie frente a todos, también aplaude mientras la mira con una sonrisa más ancha de lo habitual.
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Fina se está lavando las manos en el baño justo después de comer cuando entra Petra, cerrando la puerta tras de sí, y se queda frente a ella con los brazos cruzados.
- ¿Y tú, desde cuándo eres consultora?
- ¿Cómo dices? - Fina continúa con lo que está haciendo. Sabe a lo que viene Petra, y no está dispuesta a dejarse provocar.
- Lo que has oído, que desde cuándo te crees que sabes lo más mínimo de marketing, como para interponerte en mi campaña, - resalta el posesivo, señalándose a sí misma con el índice.
- Mira, no tengo por qué discutir esto contigo, - Fina se seca las manos con una toalla, y hace ademán de salir, pero la publicista se apoya en el mueble, cerrándole el paso.
Fina inhala profundamente. Desea con todas sus fuerzas que entre alguien e interrumpa la escena, pero eso no sucede. Se propone no perder los nervios. Clava la mirada más severa de la que es capaz directamente en aquellos ojos fríos, y habla con un tono suave y calmado, como si estuviese razonando con un niño cabezota.
- Petra, yo no he hecho nada más que hablar con Marta. Solo le di la opinión que me pedía sobre la campaña anterior, que no es más tuya que suya. Y está claro que lo que yo le dije tenía sentido, porque ella sí sabe de marketing, y le gustó.
- Sí, claro, - Petra acerca aún más su rostro al de Fina y sube el tono de voz, - la última vez que vi tu currículum apenas habías terminado el bachillerato, y ahora estás aconsejando a la directora sobre nuestras campañas. ¿Te crees que me chupo el dedo? Escúchame bien, - su dedo índice se clava en el pecho de Fina, - sé que estás embaucando a Marta, pero yo no soy tonta como ella, a mí no me vas a...
Fina golpea el mueble del baño con la mano abierta, sobresaltando a Petra e interrumpiendo su perorata.
- No. Escúchame tú, - ahora es Fina la que da un paso adelante, amenazadora, situándose muy cerca del rostro de Petra, a quien saca algunos centímetros. - Puede que yo no te guste, de acuerdo, pero con Marta no te metas. Como vuelva a oírte decir algo así de ella otra vez, voy a hacer que te tragues tus palabras.
- Uy, - dice Petra, dejando un poco de distancia, visiblemente intimidada, - ya ha salido la chunga de barrio que llevas dentro. Mucho has tardado en mostrar quién eres de verdad.
Aprovechando que le ha dejado espacio para salir, Fina pasa por su lado, golpeando con fuerza su hombro con el de Petra, provocando que esta se tambalee. Abre la puerta del baño, dispuesta a largarse de allí sin mirar atrás, pero a la primera zancada se choca de lleno con un cuerpo que se dirigía en dirección opuesta. Unas manos firmes la sujetan con fuerza de los brazos para evitar que pierda el equilibrio.
- Perdón, perdón, yo... - Fina retrocede inmediatamente, intentando no pensar en que sus labios acaban de rozar el rostro de Marta.
- ¿Se puede saber qué está pasando aquí? - La directora tiene la cara roja, pero Fina acierta a adivinar que no es por vergüenza; Marta ni tan solo da importancia al choque. A pesar de que no alza la voz, esta le tiembla ligeramente. - Las dos a mi despacho, - se da media vuelta y empieza a andar hacia su oficina sin esperarlas, - ¡ahora!
Fina anda cabizbaja, sintiendo las miradas inquisitivas de todas las personas del equipo que están en la sala común y que, si no han escuchado la discusión del baño, seguro que sí han oído el tono autoritario de la jefa. Alza un momento el rostro, lo justo para buscar a Claudia, quien le manda un gesto de ánimo desde detrás de su pantalla. Fue bonito mientras duró, piensa al entrar en el despacho y cerrar la puerta detrás de sí.
- Tenéis quince segundos para contarme qué ha pasado, - la voz de Marta se mantiene firme y templada.
Fina permanece callada. Sabe que, diga lo que diga, Petra tiene las de ganar. Lleva años trabajando en la oficina, es responsable de un equipo, y parece que mucha gente la admira. Ella acaba de llegar, y solo conoce a Claudia. Inhala con resignación, y deja que su contrincante lleve la voz cantante.
- Yo he entrado en el baño a peinarme, y Fina me ha empezado a acusar de querer destrozar su campaña por haber dicho que me parecía mejor la anterior en la reunión. - Petra ejecuta su mejor actuación, al borde del llanto. - ¡Se ha puesto hecha una fiera!
Fina pone los ojos en blanco, pero opta por no interrumpirla.
- Desde que ha llegado ella, siento que no puedo dar mi opinión respecto a nada, - la consultora suelta las primeras lágrimas.
Marta está sentada en su silla y mira a su empleada impertérrita.
- Fina, ¿es verdad lo que dice Petra?
- No, no es cierto. Ha sido ella la que ha empezado la discusión, yo no...
- ¡Mentirosa! - Petra lanza un grito que asusta a las dos presentes, - ¡eres una mentirosa! ¡No te la creas, Marta! Al salir me ha dado un golpe que casi me tira al suelo. Es una barriotera y una ordinaria.
- Y yo soy tonta, ¿no? - Marta cruza los brazos y clava la mirada en Petra, que deja de sollozar de golpe. - Casualmente, estaba en la sala de reuniones que da pared con pared con el baño, y he oído toda la conversación. - Se levanta de la silla y se acerca a la consultora. - No estoy dispuesta a tolerar envidias absurdas ni ambientes tóxicos en mi empresa. Recoge tus cosas y vete a casa, Petra. Raquel contactará contigo para hacer los trámites oportunos. Ya no trabajas en la agencia De la Reina.
Marta cruza el despacho, abre la puerta, y espera a que la trabajadora, cabizbaja, abandone la sala para volver a cerrar.
- Y tú, Fina...
- Doña... Marta, siento mucho todo lo que ha pasado. Sé que me he metido en asuntos que no son de mi competencia, pero en ningún caso lo he hecho con mala intención.
Fina mantiene la vista clavada en el suelo. Sabe que Marta anda cerca, la siente, la huele, pero no es capaz de subir la mirada y encontrarse con sus ojos. Ver la decepción, – o peor, el rechazo – en ellos, le dolería más que el despido.
- Tú no debes disculparte, Fina, - Marta se sienta a su lado. Por un instante, Fina cree que posará la mano sobre la suya, pero en el último momento la directora cambia la trayectoria del movimiento y sus manos largas y delicadas terminan encima de la mesa. - He oído todo lo que Petra te ha dicho, y entiendo que este asunto no era una cosa de un solo día. Siento no haberme percatado antes de su inquina; nunca he tolerado comportamientos así, ni pienso empezar a hacerlo ahora. Debería haberlo visto antes, y quizás así habríamos evitado tener que llegar a esto.
Ahora sí, Fina alza la vista y se encuentra con los ojos azul cielo que anticipaba. Parece como si una nube los acabase de cruzar, y estuviesen de nuevo limpios y serenos. La calma después de la tormenta. Fina ve una leve sonrisa dibujarse en el rostro de Marta.
- Y debo darte las gracias, también, por haberme defendido, - ahora es la jefa la que mira al suelo.
Marta se levanta, se dirige hacia la puerta, pero antes de abrir para invitarla a salir del despacho, vuelve a mirar a Fina.
- No dejes que nadie te diga que no eres capaz de hacer lo que te propongas, Fina.
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Fina y Carmen pasean por los jardines del Palacio nuevo de la Finca de Vista Alegre, justo delante de su piso. Hace cosa de una hora que la asistente personal ha llegado a casa agitada, y le ha pedido a su amiga que la acompañe a dar una vuelta para relajarse.
Carmen ya está acostumbrada a que Fina hable mucho del trabajo, siempre lo ha hecho. Es de ese tipo de personas que, haga lo que haga, se entrega al cien por cien. Carmen está convencida de que podría ser la mejor, ya fuese preparando pasteles en una panadería, sirviendo bebidas en un bar o, en este caso, ideando campañas de publicidad en una de las agencias más reconocidas de Madrid.
- Pero que ese no es mi trabajo, - le repite siempre Fina, fingiendo irritación, - yo solo hago de secretaria. Bueno, de personal assistant, - dice con el mejor acento inglés que tiene, provocando la risa de su amiga.
Pero Carmen también intuye que, en esta ocasión, hay algo más. Fina no habla solo del trabajo, sino que constantemente hace referencia a su jefa.
- Marta esto, Marta aquello... a ver si voy a tener que ponerme celosa, - le dijo Carmen unos días atrás, bromeando.
Fina se había sonrojado al percatarse de que llevaba más de quince minutos hablando de la directora de la agencia, y había cambiado de tema tan sutilmente como había podido.
- Es que ha sido como de película, Carmen, - le dice mientras se sientan en un banco, cerca de una fuente que decora los jardines centrales. - Petra ha venido a buscarme al baño, y se ha puesto hecha una fiera. Que si le estoy intentando quitar el trabajo, que si soy una barriobajera...
- ¿Eso te ha dicho? A ver si voy y le parto las piernas.
- Bueno, no te alteres, que lo mejor viene después.
Fina le cuenta el altercado con pelos y señales, volviendo a revivir la escena y procurando no olvidar ningún detalle importante. Le explica como Marta ha salido en su defensa, y como después la ha felicitado por el trabajo que está haciendo.
- Ay, amiga, - suelta Carmen después de unos segundos de silencio al final del relato, - estás metida en un buen lío.
- ¡No, yo no! Es a Petra a quien han echado, a mí me ha felicitado Marta, ¿no me escuchas?
- Claro que te escucho, mejor que tú a ti misma, ese es el problema. Te está empezando a gustar Marta, y no precisamente como jefa, para que nos entendamos...
Fina enrojece inmediatamente, y guarda silencio durante unos segundos.
- Podría mentirte y decir que no es cierto, pero a ti no sé decirte mentiras, - responde por fin, con un hilo de voz. - Marta siempre me ha gustado; de pequeña la admiraba, era mi referente, siempre tan lista, tan resuelta y simpática. Siempre tenía tiempo para jugar conmigo, hasta cuando se fue haciendo mayor, y se le fueron olvidando los juegos de niños. Con el tiempo me di cuenta de que no era solo admiración lo que sentía, pero hacía tanto que no la veía, que esos sentimientos habían quedado sepultados bajo el manto del tiempo.
Fina mantiene la vista clavada en la fuente, el agua brotando sin parar, en un ciclo eterno.
- Pero ahora todo ha vuelto de golpe, y no solo los recuerdos de la pequeña Marta que me ayudaba con los deberes y se inventaba juegos para entretenerme. Es que se ha convertido en una mujer inteligente, interesante, amable... y guapísima. - Fina se tapa la cara con las manos, luchando contra la vergüenza que le provoca estar admitiendo en voz alta todo aquello que no se había permitido pensar. - Es que es perfecta, Carmen, perfecta.
- Sí, hija, pero también es tu jefa, no lo olvides, - su amiga la mira con algo de preocupación en los ojos. Carmen ha visto a Fina encaprichada de otras chicas antes, pero intuye que esto va más allá.
- Lo sé, Carmen. Créeme que lo sé.
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Por lo que Fina sabe, la presentación de la campaña fue un éxito. A pesar de que no se ha cerrado ningún trato aún, oyó a Marta decir que era cuestión de días. Los responsables de la cadena de restaurantes la felicitaron por el buen trabajo, felicitación que la jefa hizo extensiva a todo el equipo trayendo el desayuno del día siguiente.
Ahora ya hace tres días de la reunión, y Fina puede notar que la directora se está inquietando ante el silencio del cliente. Está un poco más tensa de lo habitual, y hace más horas de lo que es normal en ella, que ya son muchas. Esta mañana, cuando Fina ha llegado, la directora parecía haber dormido en su oficina. La empleada no se ha atrevido a preguntar, por temor a confirmar que así hubiese sido. Antes de la reunión de equipo le ha subido un café. La jefa nunca le pide las cosas que Fina estaba acostumbrada a hacer en su trabajo de antes: cafés, fotocopias o recados absurdos. Pero de vez en cuando, al volver de desayunar, le gustaba traerle disimuladamente un café o una pasta. Marta siempre le repite que no debería haberse molestado y le da las gracias con una sonrisa que derrite a Fina.
Quince minutos después de que empiece la reunión de equipo, Marta recibe una llamada. Normalmente, tiene el móvil en silencio, y nunca lo mira durante las reuniones, ni de equipo, ni individuales. Fina siente que Marta valora el tiempo que cada persona le dedica, y ella intenta hacer lo mismo, prestándoles la máxima atención cuando debe. Pero en esta ocasión hace una excepción.
- Perdonad, son los del restaurante, lo voy a coger. Sigue con lo que estás contando, Claudia, después Fina me pone al día, - se levanta y abandona la sala.
Pero Fina inmediatamente pierde la capacidad de escuchar lo que su compañera cuenta, y no puede dejar de observar a Marta a través del cristal translúcido. Ve como la figura de la directora se mueve arriba y abajo grácil e inquieta. Desea con toda su fuerza que sean buenas noticias. Sabe que Marta ha invertido sudor y lágrimas en esa campaña, y se merece ver un resultado a su esfuerzo.
Mientras anda perdida en sus pensamientos, ve como la figura despega el móvil de su oreja y se dirige de nuevo hacia la puerta de entrada del despacho, esperando un momento antes de abrir y volver a entrar. A pesar de que, por el efecto del cristal, es imposible que la vea, Fina juraría que Marta está mirando en su dirección. Un segundo, dos, tres. Y entonces entra, y se hace un silencio denso y expectante.
- ¿Y bien? - pregunta Borja, que desde que no está Petra no pierde ocasión de hacerle la pelota a la jefa, - ¿nos han dado la campaña?
Marta, aún con el móvil entre las manos, inhala y exhala profundamente. Y cuando Fina ya cree que está todo perdido, la directora sonríe.
- ¡Que sí! - Marta levanta los brazos y da unos saltos en señal de celebración. Todo el equipo se levanta, y se felicitan los unos a los otros.
Fina se queda en su rincón, recibiendo algunas felicitaciones de compañeros que reconocen que la idea de la campaña era suya. Incluso Borja se acerca a congratularla.
La reunión prosigue con normalidad. Marta les cuenta que, además, el grupo restaurador le ha pedido una reunión la semana que viene para contemplar la posibilidad de que De la Reina sea su agencia no solo a nivel nacional, sino a nivel mundial. Cuando llega la hora de comer, Marta declara que hoy comen todos fuera, invita la empresa. Irán al restaurante al que fueron Fina y ella por primera vez. Les indica a todos que quiere verlos en quince minutos en la puerta, y de nuevo les felicita y les da las gracias mientras van saliendo de la sala de reuniones.
Como siempre, Fina se queda la última, puliendo las notas que ha tomado durante la reunión. Deberá pedirle a Claudia que vuelva a explicarle lo de la campaña de los coches autónomos, porque no ha pillado nada, de tan pendiente como estaba de Marta.
- Fina, quiero darte las gracias, - una vez todos han salido y están solas, Marta se sienta en la silla que está a su lado. Se inclina hacia delante, y sus manos están a centímetros de las rodillas de la otra mujer. - Sin ti no habríamos conseguido esta oportunidad.
Fina, incapaz de dejar de pensar lo poco que haría falta para que Marta posase aquellas manos firmes y finas sus piernas, no puede hacer mucho más que sonreír con timidez.
- No fue nada, un golpe de suerte. Fuiste tú la que supo convertir lo que yo te conté en una campaña de éxito, - levanta la vista y se encuentra con los ojos de Marta más cerca de lo que nunca los ha tenido.
Durante unos segundos se miran a los ojos sin decir nada más. Lo poco que haría falta para que sus labios se juntasen...
La libreta de Fina cae al suelo, rompiendo el momento con un sonoro estrépito. La asistente se levanta para recogerla, y Marta se endereza, como si de pronto hubiese recordado que debe mantener una actitud profesional.
- Bueno, si no necesitas nada más voy a intentar acabar esto antes de ir a comer, y así lo puedes revisar por la tarde, - Fina se dirige ya a la puerta de salida.
- Espera, - Marta también se levanta de la silla, y se acerca a ella, manteniendo la distancia un poco más que antes, - sí que hay algo que quiero comentarte. - La jefa empieza a jugar con sus manos, - como ya has oído, he comentado que la junta del grupo quiere tener una reunión conmigo la semana que viene, para estudiar la posibilidad de que seamos su agencia a nivel global. Esto sería un salto cualitativo para nosotros, nos permitiría jugar en otra liga en este sector en el cual nos acabamos de introducir... vaya, que es una reunión importante.
Fina asiente, sin acabar de entender a dónde quiere llegar Marta.
- El caso es que la reunión no es en Madrid, sino en Barcelona, donde la empresa tiene su sede europea. Me han pedido que vaya allí la semana que viene, aún no sé qué día será el encuentro, por lo que seguramente vaya de domingo a viernes... Bueno, no debes estar entendiendo por qué te cuento todo esto, voy al grano. - Marta baja la mirada y la clava en el suelo, mientras no deja de juguetear con sus manos. - Normalmente Petra era la que me acompañaba hasta ahora en viajes de negocios, pero visto lo visto... Vaya, que si te encaja y te apetece, había pensado que quizás esta vez podrías acompañarme tú. - La voz de Marta suena menos firme y segura de lo normal, - sé que es muy precipitado, y no quiero que pienses que esto es una encerrona. No tienes que darme una respuesta ahora, piénsatelo, y me dices algo mañana.
Fina no puede evitar que una sonrisa cruce su rostro, y tiene que disimular para no expresar la alegría que aquella propuesta le supone.
- Marta, no hay nada que pensar, claro que iré contigo.
La directora alza la vista un momento y posa sus ojos en los de Fina. Si se es sincera, aunque sabe que no es puramente por motivos profesionales, ahora mismo no puede imaginar mejor plan que pasar una semana con ella en Barcelona.
Me encanta la historia y el toque que le están dando.
Nos vamos a Barcelona una semanita!!!